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Semana Mundial de la Lactancia Materna: en el norte argentino, amamantar es sobrevivir


Mientras en muchas partes del país se celebra como un acto de amor y salud; en otras partes se volvió, muchas veces, una forma de resistir a la pobreza, al hambre y al olvido.

Del 1 al 7 de agosto se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna y en comunidades rurales del Chaco Salteño, como Tartagal o el Impenetrable, amamantar no siempre es una elección. Muchas madres enfrentan realidades donde la comida escasea, el agua segura no llega y los centros de salud están a kilómetros de distancia. En esos contextos, el acto de dar la teta se convierte en un esfuerzo diario por sobrevivir y cuidar.

“Si la mamá no tiene qué comer, no puede producir leche. Y si no hay agua, tampoco puede hidratarse ni preparar una mamadera de forma segura”, explicó Diego Bustamante, fundador y director de la ONG Pata Pila, una organización que hace más de diez años trabaja en el acompañamiento de madres e infancias vulnerables

Cuando el alimento no está garantizado

Durante esta semana de concientización sobre la lactancia materna, los datos y las cifras son importantes. Pero también lo son las historias.

Dana, una joven madre de Tartagal, encontró en Pata Pila algo más que ayuda: encontró contención. Su hijo, Iker, fue diagnosticado con parálisis cerebral después de una convulsión a los siete meses. Desde entonces, ambos atraviesan un camino de estimulación y acompañamiento, donde la lactancia es parte de ese proceso de vínculo y cuidado.

“Cada día me enseña a ser mejor madre. Estoy agradecida. Pata Pila me ayuda a liberar lo que siento”, cuenta.

El trabajo de la organización se basa en equipos interdisciplinarios que incluyen pediatras, nutricionistas, trabajadoras sociales y maestras jardineras. Visitan comunidades alejadas, asisten a embarazadas, entregan leche y fórmulas infantiles, ofrecen talleres para madres y construyen redes de cuidado en articulación con hospitales y organismos públicos.

“Las comunidades están lejos. Las provisiones escasean. Yo doy herramientas, pero las familias hacen el trabajo”, agrega María Alejandra, una de las nutricionistas del equipo.

Amamantar como acto político y social

En zonas donde la pobreza extrema vulnera los derechos más básicos, amamantar es también un acto político, una forma de resistir a la exclusión y a la desigualdad. Muchas madres no solo alimentan con su cuerpo, sino que luchan para que sus hijos crezcan, se desarrollen y tengan oportunidades.

La Semana Mundial de la Lactancia Materna no puede leerse sin incluir estas realidades. Porque el derecho a la lactancia también es el derecho a una alimentación digna, a la salud, al agua segura y a ser acompañadas.

¿Cómo colaborar?

Con una donación mensual, se puede ayudar a que más madres como Dana tengan acceso a controles médicos, leche, contención emocional y acompañamiento profesional.

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