La propuesta de Luis Gotte de trasladar la capital bonaerense a Junín plantea un debate profundo sobre el modelo de desarrollo provincial y la concentración del poder político, económico y administrativo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
La idea, inspirada en experiencias históricas y en políticas de descentralización aplicadas en otros países, busca reequilibrar el territorio provincial y fortalecer las ciudades del interior.
Durante la década de 1930 y 1940, el arquitecto e ingeniero Francisco Salamone impulsó una transformación significativa en la infraestructura del interior bonaerense, construyendo edificios públicos, mataderos, plazas y palacios municipales que simbolizaban la presencia del Estado en regiones postergadas. Gotte retoma ese espíritu, proponiendo que un movimiento de capital podría funcionar como un nuevo motor de desarrollo, capaz de revitalizar no solo Junín, sino también una red de ciudades intermedias que hoy carecen de suficiente impulso estatal.
Desde una perspectiva estratégica, trasladar la capital a Junín tendría varias ventajas potenciales:
1. Fortalecimiento del interior provincial.
Concentrar parte del poder político y administrativo fuera del AMBA permitiría dinamizar las economías regionales, promoviendo inversiones en infraestructura, vivienda, educación y servicios públicos. Junín, por su ubicación geográfica, funcionaría como un nodo articulador entre distintas zonas productivas del norte y centro de la provincia.
2. Desarrollo equilibrado y nuevas redes de conectividad.
El traslado de organismos provinciales impulsaría mejoras en rutas, ferrocarriles y transporte público, generando un sistema logístico más eficiente. Junín podría transformarse en un punto clave dentro de un corredor ferroviario que una Buenos Aires, Rosario, Córdoba y otras regiones productivas.
3. Estímulo a la innovación y la educación técnica.
La llegada de instituciones estatales y de servicios asociados podría fomentar la creación de polos universitarios y tecnológicos, potenciando la formación de profesionales vinculados a la industria, la agricultura y la tecnología aplicada al desarrollo local.
4. Impacto económico multiplicador.
La instalación de sedes gubernamentales traería consigo la demanda de viviendas, comercios, servicios y obras públicas, lo que podría revitalizar la economía local y generar empleo directo e indirecto.
Sin embargo, también existen desafíos significativos que dificultarían la implementación de una medida de esta magnitud:
1. Altos costos económicos.
Construir nuevas sedes administrativas, trasladar personal, garantizar la conectividad y crear infraestructura básica implicaría una inversión pública multimillonaria y un proceso prolongado de planificación.
2. Obstáculos políticos e institucionales.
El traslado de la capital requeriría reformas legales y posiblemente constitucionales, además de acuerdos políticos entre distintos niveles de gobierno. La resistencia de los actores con intereses consolidados en el AMBA sería un factor determinante.
3. Desafíos sociales y urbanos.
Junín debería prepararse para un crecimiento demográfico acelerado. Esto implicaría planificar vivienda, servicios de salud, transporte urbano, saneamiento y espacios públicos adecuados para evitar desequilibrios y tensiones urbanas.
4. Horizonte temporal extenso.
Un cambio de capital no puede concretarse en pocos años. Requiere una planificación de largo plazo, consensos amplios y una visión sostenida más allá de los ciclos electorales.
En síntesis, la propuesta de Luis Gotte es audaz y simbólicamente poderosa. No solo interpela la centralización estructural del poder en el AMBA, sino que invita a repensar la provincia de Buenos Aires como un territorio diverso, con múltiples centros de decisión y desarrollo.
Si bien su concreción demandaría voluntad política, planificación técnica y recursos considerables, la idea abre un debate necesario sobre cómo construir una provincia más equilibrada, moderna y equitativa para las próximas generaciones.
